Nicer
acariciaba con rudas manos el último trabajo que estaba elaborando en
la fragua. Se trataba de una espada digna de un príncipe celta. A falta
de otorgarle el último retoque, la dispuso entre el carbón hasta que el
metal se tornó incandescente. Luego la situó sobre el yunque, tomó el
martillo para golpearla con fuerza y, finalmente, para darle temple y
que se enfriase, la sumergió en un pilón de agua.
Le encantaba el
trabajo, no solo por la tradición familiar que suponía dedicarse a él,
ya que, hasta donde la memoria de sus ancestros le permitía alcanzar,
era sabedor que descendía de un afamado clan de herreros, y tampoco
únicamente por el orgullo de dedicarse a una tarea tan necesaria dentro
de la belicosa comunidad castreña en la que vivía, sino porque, desde
muy pequeño, sentía que un estado mental diferente lo transformaba
notablemente cuando se metía en faena.
El fuego de la fragua era
hipnótico, la fuerza de su calor abrasaba el entorno y lo envolvía
misteriosamente. Como una bestia sobre el campo, los músculos de sus
piernas se tensaban y le daban brío al fuelle de pedal para alimentar
esa furia creciente hasta alcanzar una temperatura que pocos podían
aguantar. Las formas deseadas de los elementos metálicos que manipulaba
se obtenían a golpe de martillo, más cada figura a desarrollar tenía un
ritmo de martilleo específico sobre el yunque. De este modo el aire se
colmaba de muy diferentes y pesadas melodías que, pudiendo resultar
excesivamente agresivas para un profano, no por ello dejaban de ser
música para los oídos.
Tan absorto se encontraba entre sus pensamientos que no se percató de la visita del viejo druida.
¿Siempre
soñando despierto eh Nicer? - Le preguntó el anciano de cabellos largos
como la crin de un caballo salvaje y blancos como la nieve.
Nicer le
respondió con una sonrisa afable y muy respetuosamente añadió – ¡Solo
entiendo de fuego, metal y golpear fuerte! ¡Y llevo tanto tiempo
enfrascado en lo mismo que podría hacerlo incluso dormido!.
¿Dormido
eh? - Al anciano le resultó simpático el comentario de Nicer y
acercándose despacio a él, le propinó unos suaves golpecitos en el
hombro a modo de paternal aprobación añadiendo - ¡Pues no se hable más y
que el fuego y el metal te protejan por siempre como lo han venido
haciendo hasta ahora! – Y sin más dilación se marchó riéndose por donde
había venido, rumbo a un bosque cercano de robles, seguramente en busca
de líquenes extraños necesarios para alguno de los místicos brebajes que
solía preparar, dejando atrás a Nicer que con una facilidad pasmosa y
sin darle más importancia, volvió a concentrarse en su tarea.
En
otro tiempo, en otro lugar… una sala a reventar, con más de mil almas
hacinadas y sedientas de metal colmaban el aforo de un humilde y
destartalado recinto con capacidad para apenas quinientos seguidores del
grupo Leather Rock Legends que estaba a punto de tocar en una fría
noche de febrero.
En escena podía verse al batería del grupo rodeado
de un mar de platillos. El resto de la banda salió justo en el momento
en que el batera comenzó a darle al doble bombo para animar la fiesta
que estaba por comenzar.
El concierto transcurrió con la típica
normalidad que pueda otorgarle un afamado grupo de rock. Fans
enloquecidos y sin parar de moverse vitoreaban al unísono... Los que
lograban colarse y subir al escenario se tiraban para hacer mosh… El
vocalista entregado al público amagaba dar golpes en el aire con el
micro… Los dos guitarras y el bajista se colocaban en paralelo y
levantaban los mástiles de los instrumentos hacia el cielo como si con
ese gesto quisieran honrar al mismísimo dios de la oscuridad… Todo el
mundo disfrutaba de esa locura cuando, repentinamente, el batería rompió
el ritmo y dejó de tocar en medio de una mítica y conocidísima canción.
El
guitarra se acercó deprisa hasta la batería y metiendo la cabeza bajo
el charles logró gritarle al compañero - ¡Eh Nicer! ¡Nicer! ¿Qué cojones
te pasa tío? ¿Es que te has metido algo en el descanso?.¡Siempre nos
vienes con la misma mierda en el momento culmen! ¡No nos jodas y vuelve a
marcar! ¡Un, dos, tres, vamos!.
Nicer no daba crédito. Estaba
terminando de apurar un trago a una jarra de hidromiel para refrescarse
del calor que hacía en la herrería y nada más apartarla de la cara, lo
primero que veían sus ojos era un lugar desconocido y, ante él, a un
hombre portando un indescriptible y colorido artefacto con cuerdas que
le gritaba algo en una lengua que no comprendía. ¿Estaba soñando?.
¿Acaso el druida le acababa de echar algún hierbajo para sumirle en un
trance? Sin tiempo a razonar el porqué de la situación, su cuerpo
comenzó a moverse inmediatamente de modo sincronizado, tras el
indescifrable mensaje que le había comunicado aquel muchacho. Sus pies
aporreaban una especie de membranas circulares gigantes. Llevaba el
mismo ritmo que cuando insuflaba aire a la fragua con el fuelle de
pedal. Sus brazos sacudían unas esferas metálicas de color dorado de
igual modo en el que solía descargar con extremada destreza los golpes
propinados por la maza sobre el yunque. En el fervor de los envites,
pudo ver a otros dos jóvenes que también llevaban objetos parecidos al
que tenía el que le había gritado minutos atrás. Los tres parecían
arañarlos y extraer un sonido metálico que le resultaba extrañamente
familiar. Al fondo entre varios haces de intensas luces, incontables
cabezas, a las que no podía vislumbrarles los rostros con claridad, se
movían siguiendo un único son, recordándole a los fragmentos de carbón
que danzan entre el fuego incendiario. ¿Qué era todo aquello? ¿La fragua
había cobrado vida? Y sin saber muy bien porqué comenzó a reír,
mientras su voluntad se rendía ante la posibilidad de disfrutar con
aquella embaucadora y mágica situación en la que la música que siempre
le había calmado era nuevamente protagonista.
Firmado por: P.W. colaborador de L´R´L.
Corrian los años ochenta,yo tenia tan solo diez años y siempre recordare aquella primera vez,ese momento en que cambio mi vida para siempre...de repente esa musica,taladraba mis oidos y se fundia con mi sangre hasta formar parte de mi.Entendi que este era el camino y que nunca nada ni nadie podria cambiarlo...larga vida al heavy metal. Desde yanguas un fuerte abrazo y todo mi apoyo con este proyecto.hasta pronto.
ResponderEliminar¡Gracias Rafa!. Es la misma sensación que nos has pasado a muchos. ¡Larga vida al rock!
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