Hola
a todos. Es un placer estar de nuevo con vosotros, a pesar de las
circunstancias. Por si a alguien le interesan las mencionadas
circunstancias le hago un pequeño resumen; sordera parcial del oído
izquierdo (desconozco el porcentaje de pérdida auditiva),
ataque de lumbago que me ha postrado en la cama y una inmensa resaca
(veremos de cuantos días) que no hace sino acentuar el resto de males
hasta hacerlos insufribles. Pues bien amigos, volvería a pasar por todo
esto una y otra vez por ver a los ´77. Podríamos considerarlos como
daños colaterales, al fin y al cabo uno no puede ir a la guerra sin
esperar contar con alguna baja en sus filas…
Ignoro
cuantos de los que habéis leído mi primer artículo aparecisteis el
sábado por la sala Buddha de Gijón. Pero los que lo hicisteis, me
disteis la razón con una mirada y una sonrisa de incredulidad en cuanto
el alud sónico se os vino encima. A partir de ahí, se sucedieron los
cuernos en alto, las sacudidas craneales y los gritos de excitación.
También las sucesivas invitaciones a cerveza a las que me vi sometido,
me imagino que en señal de agradecimiento… Ni que decir tiene que las
acepté sin rechistar. Lamentablemente, el sonido de la sala dejó
muchísimo que desear. Mis abogados están estudiando en estos momentos las
medidas legales a emprender por las lesiones auditivas causadas.
Bromas
aparte, es evidente que Los ´77 están hechos para empresas muchísimo
mayores. Tiempo al tiempo. Hubo un gilipollas que se dedicó a intentar
jodernos el concierto, a los que estábamos en primera línea de fuego y,
lo que es peor, a los que se batían el cobre encima del escenario. Pero
eso es harina de otro costal , de él y de los de su maldita estirpe dará
buena cuenta “Tito Iván”. Por cierto, aquello no era un escenario… Era
una encerrona, una trampa mortal. No me extrañaron en
absoluto las espectaculares excursiones del guitarrista por la pista y
sobre la barra del bar de la sala. Y es que ésta es una de las
grandísimas virtudes de esta gigantesca banda, a su innegable talento
musical unen un saber hacer (lo que los musiqueros llamamos “tablas”)
que les permite superar cualquier dificultad sobre el terreno y ofrecer
un grandísimo espectáculo a todos los presentes.
Blues
eléctrico del mejorcito y hard rock a espuertas, eso es lo que nos
ofrecieron los ´77 y con un manejo de los tiempos que muchas bandas no
logran alcanzar ni con treinta años de trayectoria. Estoy seguro de que
pronto los volveremos a ver por estas tierras. Y ahí me tendréis de
nuevo, en primera línea de fuego vibrando con el rock de uno de los
grupos más potentes que yo he visto en directo.
Gracias amigos. Siempre vuestro, BBKink.
Artículo escrito por BBKink para L´R´L.